martes, 8 de marzo de 2011

Mirando un poco en mi desconocido interior, encuentro una de las virtudes que más he valorado siempre, y que hasta hace muy poco creí haber perdido.
La de ser paciente, aliarme con el tiempo y fluir con él. Dejar de exigir y exigirme, dejar de castigarme por cada paso que doy y confiar en el tiempo por una vez.
Siempre quise detener el tiempo, y ahora me muero por pasar las hojas del calendario.
Correr con el segundero y quitarle la pila cuando me apetezca. Quiero poder entender que esta es la mejor forma de que entre oxígeno en esta habitación llena de humo, y al final saber que no me estaba equivocando.
Quiero darle una oportunidad al choque frontal de nuestras vidas. Y correré lento

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