martes, 8 de marzo de 2011

¿Conoces la sensación de subir en el ascensor y sonreír al tener aún en los labios la magia de la noche?
 Desvestir tu cuerpo en la oscuridad y que ni el persistente frío borre tu sonrisa.
 Descansar arropada por un cálido edredón que, a la vez que pide tu compañía, es testigo de mi felicidad y apreciar que los dedos de mis pies se mueven en el fondo de la cama buscando a los tuyos.
Sonreír si cabe aún más fuerte y amanecer tras largas horas soñando contigo con la misma sonrisa que pintaste la noche anterior.

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